Las autoridades fiscales cada vez son más exigentes en cuanto a la demostración de que todo lo realizado por una empresa es perfectamente acorde con las regulaciones vigentes. En ocasiones, no poder demostrar algo de forma precisa puede acarrear graves problemas.

Nuestro cliente se vio envuelto erróneamente en una trama de blanqueo de capitales. Se trata de una empresa dedicada a la importación de productos de China desde hace 20 años, Hace unos 15 años no era necesario que las transacciones se realizaran en su totalidad a través de bancos. Por ello, en un principio, no se tenía constancia fehaciente de todos y cada uno de los envíos de dinero.

Esta empresa, en el momento del congelamiento de financiación bancaria hacia 2008, tuvo que recurrir a préstamos no bancarios. Los préstamos se articularon a través de un intermediario que adelantaba el dinero pagando al suministrador chino.

La mercancía se recibía en España y, una vez que nuestro cliente tenía dinero, le pagaba en efectivo en España al intermediario la cantidad prestada más un interés.

Obviamente, si el análisis se reducía a las transacciones bancarias poco se podía hacer.

Por lo que decidimos ir más allá y analizar:

• Las empresas chinas para dilucidar si eran sociedades reales con antigüedad que fabricaban productos o empresas tapadera.
• La documentación de aduanas que acreditaba la llegada del producto.
• Los libros mayor y diario de contabilidad para revisar los apuntes contables y muy especialmente los movimientos de caja.
• La documentación producida por las empresas chinas.
• Las ventas de nuestro cliente a tiendas y pequeños distribuidores.

Conseguimos demostrar que el negocio existía, era lícito y estaba al día con su situación fiscal. El administrador consiguió evitar consecuencias penales muy graves.